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domingo, 7 de diciembre de 2014

Dead Poets Society (El club de los poetas muertos)


El club de los poetas muertos, es una película de 1989, dirigida por Peter Weir e interpretada por Robin WilliamsRobert Sean LeonardEthan HawkeJosh Charles. He de comenzar el análisis diciendo, que pese a que me considere un cinéfilo empedernido nunca había tenido el placer de visionar “El club de los poetas muertos” por lo que este ejercicio me ha resultado sobresaliente.
En primer lugar, nos encontramos con una escuela ciertamente hermética, con un modelo de enseñanza Transmisivo-Tradicional, dicha escuela se dirige con puño de hierro puesto que es una de las más prestigiosas del país además de ser muy cara.
El científico Lev Vygotsky diría que es capital ver y analizar el contexto social en el que desarrolla un aprendizaje y no puedo estar más de acuerdo. Escuela privada norteamericana, muy tradicional, niños de clase alta que tienen todo el futuro diseñado y preparado por sus padres, la mayoría ya conocen a lo que se van a dedicar en un futuro ¿Por qué? Porque su padre ya lo ha dicho por él.
Llama la atención que estas cosas sucedan, aunque lo peor es de todo es que a día de hoy (Y me consta) estas cosas que parecen tan del siglo pasado sigan repitiéndose en las familias de hoy.
Sus esquemas y concepción del aula cambian cuando llega Robin Williams, un profesor de literatura ciertamente excéntrico, él les obliga a destruir todos sus arquetipos y para empezar, les obliga a romper las páginas de sus libros.
Esto a ellos les parece la cosa más extraña del mundo, así que aunque en un principio les cuesta un poco, al final, acaban haciéndolo.
¿Qué es lo que les está enseñando el profesor? No les dice que los libros cuenten mentiras, lo que les quiere contar es que hay que tener espíritu crítico y que tienen que buscar, indagar y criticar lo que lean, no creerse a pies juntillas lo que pone en los manuales ¿Cómo se va a poder cuantificar una poesía? ¿Cómo se va a poder medir la emoción de una canción? Las canciones y los poemas van vinculados a las emociones y las emociones no se pueden medir, son cosas que pertenecen al reino de los sentidos.
Otra cosa que les enseña es a ponerse de pie encima de las mesas ¿Por qué? Pues porque como diría Ortega y Gasset, todo es verdad y todo es mentira, todo depende del cristal por el que se mira, es decir, cambiar la perspectiva de un suceso u objeto puede llevarnos a cambiar completamente nuestra opinión respecto a él, de ahí que el profesor les enseñe a subirse a las mesas, es decir, a cambiar la forma de mirar las cosas para abrir un poco más nuestras mentes.
            Los métodos poco ortodoxos del profesor empiezan a tener efecto en los alumnos, en líneas generales es porque cambia la personalidad de los docentes en las aulas, pasan de ser jefes, a ser líderes, el profesor se remanga la camisa y trabaja junto a los alumnos conviertiéndoles en sujetos activos de su propia educación.
Así pues, los alumnos empiezan a involucrarse cada vez más, tanto, que descubren que su profesor tenía un club llamado “El Club de los Poetas muertos”, así que deciden fomentar y cultivar su amor por la poesía fundando de nuevo dicho club y escapándose por las noches para leer poesía.
La historia viene cuando uno de los muchachos empieza a desarrollar un amor desmesurado por el teatro, tanto, que empieza a pensar que su vida no es la que su padre tiene preparada para él y decide hacerse actor.
Cuando habla con el profesor, este le anima, al fin y al cabo vivimos poco tiempo (Se acuña el término célebre de “Carpe Diem”) y más vale hacer lo que nos gusta durante la vida, que vivir totalmente amargados, así que anima al muchacho, no solo a desobedecer las órdenes de su padre interpretando el papel de sus sueños en el escenario, sino que además le insta a hablar con él para que le cuente sus sentimientos.
Así que el muchacho interpreta el papel de forma magistral, y el padre monta en cólera, sacándole del colegio y prohibiéndole ser actor.
El muchacho siente un vacío interior tan enorme que acaba quitándose la vida de un disparo, lo que propicia que los padres, en vez de buscar en su interior lo que han hecho mal, escojan como cabeza de turco al profesor, al que echan.
Finalmente, la película acaba con un maravilloso clímax que no solo es muy emocionante, sino que además es ciertamente profunda, con mucho subtexto que analizar.
El profesor, como ya hemos dicho, es sustituido y entra en la clase a recoger sus cosas, por un lateral, parece que nadie le echará de menos, sin embargo sus ojos entran en contacto con los de Ethan Hawke, que rezuma rabia por no poder luchar contra el poder establecido.
Mientras tanto, están leyendo “La medida de la perfección de un poema”, como si aquí no pasara nada de nada, sin embargo, Ethan Hawke se rebela y se pone a gritar, necesitaba decirle a su profesor, a su capitán que el documento por el que le han despedido ha sido firmado bajo coacción.
























Ahí es cuando el villano se retrata, se pone a gritar y con su superioridad moral manda al alumno sentarse y a Robin Williams irse.
Sin embargo el muchacho se pone de pie a grito de “Oh Capitán, mi Capitán”, uno a uno, todos los miembros del club de los poetas muertos van haciendo de tripas corazón y se van levantando uno a uno, poniéndose encima de la mesa, mostrándole sus respetos al Gran Capitán.
El director intenta detener a todos los alumnos, pero es más que imposible, Robin Williams sonríe, se acerca a la puerta, parece que nada va a cambiar, pero toda revolución empieza por un pequeño movimiento, así que con la voz temblorosa, se despide con un “Gracias chicos, gracias”.

Cambiemos la forma de educar, cambiemos la forma de trabajar, cambiemos la forma de ver la vida, puede que a veces parezca imposible, pero vale la pena, de verdad vale la pena subirse encima de la mesa y ver la vida de diferente manera.

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